Suena todo tan blandito que la burra va volando
y los pajaritos,
amén de las cosas que escuchan sin querer,
cantan bajito bajito sin molestar a nadie.
¡Parece que los charcos son tan profundos...!
No puedo entender ver las piedrecillas,
las ranitas y el fondo con su inmensidad,
idas y venidas del momento y de lo ausente.
Margaritas que se van orientando con las horas
después de manadas de girasoles mareados.
Qué poquito nos cuesta jurar cada dos horas,
lo difícil es encadenar.
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