Esperándote me quedé dormido.
Pasaron diez primaveras y me volví a licenciar,
juré que jamás te olvidaría
y fueron los cristales los que a golpe de estallido fulgurante...
Nevó en mi desierto dunar.
Aparqué en empedrados caminos custodiados por amapolas azules;
dibujé tu llegada y eso era una luna llena, llovizna y muchas caras nuevas.
Esperé que todo se borrara pero la mina era fuerte y dulce.
Me senté a negociar con el olvido.
Vuelta a recordar:
tendré que recortar.
Todo sigue,
ya estás aquí.
Te expulso con miradas y regresas inspirada,
no te fuiste, jamás te irás.
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