jueves, 24 de julio de 2014

Desiertos

Esta noche estoy tan perdido,
que he alquilado un recuerdo a los campos del olvido.
Esta noche estoy tan destruido,
que he dormido en tu casa (bueno) en el nido del vecino;

Me vienes contando historias prohibidas
me dijiste que jamás me lo dirías en tu vida.
Estuve paseando con gente que vive dudando
y acabé cantando versos con mariposas que se están besando.

No entiendo de qué van algunas películas ni este funeral,
si ya tengo todo listo para matar al general,
por muy poco casi llego a la risa de tu entierro
pero me he quedado loco en la fiesta de un desierto.

lunes, 7 de julio de 2014

Conforme nos íbamos acercando me di cuenta que ya habían pasado 20 años de aquel Voodoo Lounge y claro, algo contrariado empecé a fumar como si no hubiera mañana. Lo que ocurrió después de ese estado de catarsis y nerviosismo fue una profunda admiración por todo lo que estaba por venir. Así mismo me paré a pensar en la última gran batalla de la Guerra Mundial, esa sobre la que nadie escribió y ni siquiera estuve yo allí para contarla. La del aliado y el rendido encontrados en coordenadas equivocadas, en tiempos futuribles; pero aún presentes por la falta de comunicación. Se enfrentan en el mar y se congelan sus corazones por una causa que ya no es tal. De repente se detiene el planeta para observarlos, al fondo la carcajada del mal, que siempre está pendiente de los desatientos de una población perdida por la furia generada por un cigarro en una colonia de gaseoductos llenos de amor. Fue, tras ese momento de mística química cuando me di cuenta hacia donde me debía centrar. Es difícil la tarea del pensador cuando todo parece ir tan rápido y cuando nadie espera a nadie, ¡ni siquiera el tiempo al tiempo! Al final de la noche todavía no me sentía aliviado y ese peso aún lo cargo, pues cuando el que hierra rompe el metal contra sus venas debe de continuar con 12 años de dolor, y así hasta que las docenas se apiaden de él. No podría destacar este sentimiento en un verso libre pero con temática como este. Y como un Rolling Stone decidí romper mi tableta de perpetuidad y decirte adiós, lo siento, nos volveremos a ver (porque siempre hay un regreso). Le pedí al guitarrista de pelos alborotados que tocara más fuerte, puesto que hoy no queríamos escuchar más que tu ola y la mía. DESPUÉS fui corriendo al mar y le solicité el break time de la soledad a la vera de la luna maquillada, pero nada de esos beneplácitos fueron entregados a la pareja maltratada por los congéneres del viento. Y así, como si Dylan me engalanara con su paseo por el largo campo, me fui despidiendo de todos, y ellos, ajenos a esto, me decian adiós con su mejor sonrisa, que es mi mejor hasta siempre. Es así como son las cosas, es así como son mis cosas.