jueves, 15 de agosto de 2013

Esperándote me quedé dormido.
Pasaron diez primaveras y me volví a licenciar,
juré que jamás te olvidaría
y fueron los cristales los que a golpe de estallido fulgurante...

Nevó en mi desierto dunar.
Aparqué en empedrados caminos custodiados por amapolas azules;
dibujé tu llegada y eso era una luna llena, llovizna y muchas caras nuevas.

Esperé que todo se borrara pero la mina era fuerte y dulce.
Me senté a negociar con el olvido.
Vuelta a recordar:
tendré que recortar.

Todo sigue,
ya estás aquí.
Te expulso con miradas y regresas inspirada,
no te fuiste, jamás te irás.

martes, 13 de agosto de 2013

Inercia

Porque yo también le tengo respeto a la velocidad, porque soy jefe y preso de las palabras que me salen y que me explotan en la cara, puedo renunciar a temporadas de huracanes y sacar la sombrilla. Anoche estaba ya amaneciendo y yo, que no recordaba lo que era ver salir el sol, le pregunté sobre lo que le tocaba hacer ese largo y tendido día. Él me dijo que calentar. Yo le respondí a su esperada reciprocidad que verle iluminar. Él me animó a aprovechar su energía, y yo la usé para echar a andar, y ya de ahí para adelante, la inercia.

sábado, 10 de agosto de 2013

Cada vez que me dices que me quieres matar,
yo construyo la lápida, compro las flores;
y recojo el altar.

Cuando lanzas tus espadas tan rápido,
hago másters en agilidad,
desmonto castillos de lágrimas
y aprendo a andar sobre suelos acristalados.

Si es la suerte la que te causa tanto pesar,
yo te compro un poco de azahar,
que se parece al azar,
para que huelan bien tus probabilidades.

Si es la muerte la que te asusta,
no empujes contra mí tu rabia infinita,
pues hay remedios para ver si se te quita,
y nada mejor que reír en vez de sentirte llena de agustia.
No nos sale bien el arte del silencio,
del mal hablar,
de plantar cipreses para luego talarlos, o podarlos.

lunes, 5 de agosto de 2013

Me encanta leerte cuando me hablas,
tanto como estar respondiéndote a esta carta,
la de pasado mañana.

domingo, 4 de agosto de 2013

Nada más bajar, sin poder evitarlo, sus miradas se cruzaron y ya todo surgió por si mismo. En la misma estación sus cuerpos fueron uno, el derroche de pasión los llevó al infinito, en el suelo y en el cielo, uno dentro del otro, sus ojos a medio abrir, sus lenguas húmedas y sin parar de lamerse, sus olores entremezclados a la vez que fundaban uno nuevo, un placer que seguía a otro por venir, las manos de arriba a abajo, acariciando y ensuciando, la respiración totalmente dispersa, gritos y suspiros