sábado, 10 de agosto de 2013

Cada vez que me dices que me quieres matar,
yo construyo la lápida, compro las flores;
y recojo el altar.

Cuando lanzas tus espadas tan rápido,
hago másters en agilidad,
desmonto castillos de lágrimas
y aprendo a andar sobre suelos acristalados.

Si es la suerte la que te causa tanto pesar,
yo te compro un poco de azahar,
que se parece al azar,
para que huelan bien tus probabilidades.

Si es la muerte la que te asusta,
no empujes contra mí tu rabia infinita,
pues hay remedios para ver si se te quita,
y nada mejor que reír en vez de sentirte llena de agustia.

No hay comentarios: