sábado, 7 de agosto de 2010

Días


Ayer en el Café Montmartre el asesino me dio las claves para salir desamparado pero vivo (y libre) de algunos caminos enredados. El timonel me dijo que los barcos ya no encallaban y que las soledades del mar se atenuaban con el sol ártico, de casi 24 horas; era por ello que eligió el frio en pro de la felicidad. Mientras todo eso pasaba, en Tetúan y en BAires ella me consolaba de tanta pena que había olvidado; fue justo al recordarla cuando me vine arriba por no haber dejado en la penumbra ciertos momentos fundamentales de un pasado que siempre acentúa los presentes, de un presente que un día será un "fue" y sin duda un destino que un día terminará por dejar de ser. Hoy no te voy a llamar pero te llamaré para decírtelo.


JC

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