sábado, 16 de octubre de 2010

Yo creo que la vida es una espalda. A veces sentimos que nos da la cara pero al poco rato nos damos cuenta que ya se ha dado la vuelta. Yo creo que la vida es una espalda. A veces pedimos a los amigos sinceridad, pero cuando la tenemos ya no la queremos. A veces esperamos consuelo y tranquilidad y solo encontramos indiferencia. A veces la espalda es tan evidente que nos ponemos a llorar pero otras, y es cuando más duele, nos damos cuenta de que no tenemos nada de frente al cabo de meses o años. Mejor darse cuenta de eso para al menos poder poner medidas. A veces creen saber algunas cosas pero solo se quedaron con el concepto general y obviaron dos o tres frases claves, las frases que marcarían mi destino. Creo que es mejor actuar sin hablar demasiado, porque las palabras confunden y los hechos se transgiversan, porque la polémica siempre está servida en un plato muy frío y porque todos prefieren hablar pensando que saben algo cuando en realidad no empezaron a entender qué signigica SABER. Es muy fácil decir tal y cual, y pensar en la maldad de una acción. Es tan sencillo opinar que da miedo tan sólo el pensarlo. No puedo esperar que se entienda mi actitud pasiva, mi silencio grotesco, mi pensamiento futuro. Es imposible esperar siquiera la mitad de lo que creemos que algún día nos darán, porque no existe esa mitad y porque no existe casi nada, ese altruismo ideal que los años asesinan y que algunos, algunos que somos tachados de rebeldes y de cabezas locas, lo llevamos para adelante día tras día y que sólo recibe sablazos y balas perdidas. Y día tras día, y momento tras momento, vamos viendo como el cariño que a veces se recibe es mentira y falsedad, y que al final nuestro altruismo está de vuelta y no podemos más que usarlo con nadie, porque a veces nadie es mucha gente. Podría recitar en prosa mis últimos lamentos pero también sería muy consciente de que por cobardía y por respeto a un cierto círculo que me rodea no serían los versos totales (finales). Podría intentar que alguien entendiera algo pero volveríamos al principio y de nuevo a la confusión, y de nuevo al no saber entender, y de nuevo a los platos rotos y a la maldad...y a todo, a todo. No existe el tiempo para nadie, yo lo veo pasar y ya siquiera tengo risas pícaras. Por suerte existen sonrisas (y miradas) infantiles que nunca se me irán y que tarde o temprano me llevaré conmigo, con mi altruismo y con mis vistas de futuro...y con todo lo demás que se perdería si fuera ahora mismo citado en este texto.

Para comprender hay que conocer pero conocer no está a la orden del día.

No hay comentarios: