lunes, 14 de enero de 2013

Atenta, amarga y pálida

Como no te escribo desde hace siglos ahora somos dos momias en el camino.
Tú, mi Tutancamon.
Yo voy relatando mi vida a las cerezas que reciben felices la luz del sol.
Tú, me vas tapando la boca para no escucharme ni hablar.
Yo te voy llamando con números ocultos.
Tú, siempre tan atenta, tan amarga y tan pálida.
Yo que me voy olvidando de tu voz.
Tú, que me juraste alegría constante.
Yo que me aburro si no estás aquí.
Perdida amante cada tres noche,
justiciera de mis momentos,
sonrisas y pocas lágrimas.
No poder olvidar lo que me hiciste emocionar,
no es fácil renunciar a lo que nos hizo algún día volar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una linealidad bien mantenida, guay.