miércoles, 21 de enero de 2015

Donde las vías acaban

Recogiendo la ropa lanzada con odio desde aquella ventana es fácil salir por la puerta de atrás.

Perdido entre la desolación y los Tanquerays servidos sin preocupaciones morales uno siempre llega al final de las vías, allá donde los trenes reposan para ir algún día a alguna parte. Dentro de ese cinematográfico escenario y fundido por la estética de lo magnético de los anclajes vagón-terminal me sentí con un poco de fuerzas para escribir sobre todo lo que había pasado en los últimos tiempos. Después -verdaderamente apenas pasaron más de diez segundos- recordé que lo había olvidado todo. Por suerte era tarde de esas en las que el sonido del viento ya te hiela la piel. Morí congelado. 

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