Las cosas sufren con el tiempo,
como la edad del viejo blusero;
el amor,
o las canciones oxidadas por la multitud.
La distancia acorta recorridos,
se acuerda de la nostalgia y dibuja paisajes de plastilina,
mi caballo de cartón pintado por seis niños,
mi equipo preferido perdiendo finales ya ganadas.
El momento exacto ya ha terminado,
y los segundos me dicen adiós sin mirar atrás:
¡qué falta de respeto!
Me siento a pensar en medio de esta locura,
dices que no me entiendes,
yo te digo que jamás volveré a dormir, es viernes.
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