viernes, 21 de agosto de 2009

Saliendo del sendero principal encontré una técnica de relato veloz, donde nada se va olvidando, donde cada detalle puede tener un increíble valor, o no.



LA BALA DE LA VIUDA QUE MATÓ A MIKAEL SINGAPUR


La viuda que mató a Mikael Singapur sabía que quería matarlo porque le quería y él es lo que quería. La bala de 55 mm que salió disparada del arma de la viuda que mató a Mikael Singapur se alojó durante más de dos semanas en su occipital. El cirujano que extrajo la bala que mató a Mikael Singapur, reflexionó, durante la autopsia, acerca de la guerra en la que había muerto Mikael Singapur. La guerra en la que murió Mikael Singapur fue cruda, violenta, áspera y, durante dos semanas y media, acabó con muchas más vidas que con las que contaba el pueblo de tamaño medio en el que el cirujano había nacido hacía ya un buen tiempo. La viuda que mató a Mikael Singapur no participaba en la guerra, era amiga de Mikael Singapur. El cirujano que extrajo la bala, durante la autopsia, imaginó el horror de Mikael Singapur mientras desfallecía en pleno campo de batalla. La viuda que disparó la bala aún recuerda la sonrisa de su amigo Mikael Singapur mientras se desplomaba. La viuda que disparó la bala que mató a Mikael Singapur lo hizo desde el ático de sus padres, una casa que se encontraba en la zona central del conflicto. Mikael Singapur conoció a la viuda que dispararía la bala que lo mataría una semana atrás. Mikael Singapur conoció la enfermedad que le mataría, pausada y agónicamente, un año antes. Mikael Singapur deseó participar en entramados militares, no queriendo ser recordado como otro cualquier suicida más. A Mikael Singapur nadie lo mataba en aquella guerra. Mikael Singapur pasaba las noches ideando el plan para su muerte, calculando el lugar donde caer y la cuadrilla enemiga ante la que se dejaría descubrir. Mikael Singapur fue destinado al acuartelamiento de apoyo logístico, distancia importante la que le separaba de los rifles y de los gritos, excepto la noche de su muerte, desobedeciendo órdenes y embarcándose en una carrera furtiva al centro del huracán. La viuda que mató a Mikael Singapur le conoció una tarde que fue a probar suerte al acuartelamiento, pedía la caridad en forma de almuerzo para sus nietos. Mikael Singapur y la viuda se hicieron íntimos. Por petición de Mikael Singapur, la viuda pasó a ser, además de viuda, verdugo, con un vertiginoso deseo participativo por parte de ella y en un tiempo menor que el invertido por cualquiera de sus nietos en devorar uno de esos almuerzos. Los nietos almorzaron cada tarde a las tres. Los nietos juegan ahora con la gorra de Mikael Singapur, la viuda que le mató no consigue que ningún otro colega de acuartelamiento de Mikael Singapur tenga caridad, hoy no hay almuerzo a las tres.

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