domingo, 18 de abril de 2010

Azoteas


Perdonadme cuando pienso que mis alas pueden llegar a los suspiros del sol, tan solo era una intuición. Fueron los redobles de las azoteas, al paso de los gatos (que disfrutan en los tejados sea viernes o jueves) los que me hicieron darme cuenta de todo lo que estaba pasando: llegaban los batallones para llevarme con ellos a la laguna más seca pero más rica del lugar. Allí me propusieron bucear hasta conocer sus misterios. A pesar de nunca haber deseado ese viaje, me sumergí en ese lugar que estaba tan lleno de nada. Fue justo el momento en el que conocí porque debía seguir este camino, el de la improvisación: todos conocemos donde encontrar lagos llenos de agua, rebosantes o incluso aquellos que sufren de la escasez en periodos infinitamente secos pero, no siempre, podemos tocar el cielo viajando hasta el subsuelo.


[extracto]


1 comentario:

Sin (frio) dijo...

bonita foto, bonito texto