viernes, 14 de mayo de 2010

Demasiadas llamadas

Demasiada gente queriendo llamar pero son más los teléfonos descolgados, y venga a comunicar sin saber muy bien qué está pasando al otro lado. Podemos imaginar que nuestros gritos no tienen la potencia de la tecnología o, por otra parte, podemos ponernos en la tesitura de que están siendo ocupados por cualquiera. Es entonces cuando nos decidimos a acudir en persona, y claro, la sorpresa es inevitable, pues los ojos que ven suelen estar más cercanos al sentimiento que al teléfono que no quiere responder. Son muchos los que continuamente están queriendo llamar, sí, lo sabemos, pero no son tantas las respuestas como cabría esperar y, es entonces sin remedio posible, cuando surge (y urge) la duda, y las preguntas empiezan a rondar...¿qué estará pasando? y vuelta a empezar. Puede que no se entienda que a veces el misterio (la clave) está en no llamar, en no querer saber...aún contradiciendo los principios de la cultura y de la intelectualidad podemos afirmar que no siempre la abundancia de saberes nos hace mejores y que los sufrimientos en demasiadas ocasiones están en boga de nuestro propio conocer. Me quedo con imaginar.

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