viernes, 12 de noviembre de 2010

La pluma argentina

Hay un poeta argentino que siempre me apunta con su pluma. Me da a elegir entre la prosa y la canción y yo siempre le respondo que no nací para decidir sobre destinos. Vive tan cerca de mi casa que es mi vecino y, bueno, a veces quedamos para jugar a las damas, un rato después del té de las cinco. Tras varias tardes aprendí que nodebía evitar ganarle más de tres partidas seguidas si quería que él mantuviera la intensidad e ilusión por el juego, un error de cálculo lo puede tener cualquiera. A veces acabábamos terminando botellas y nos dedicábamos nuestros libros favoritos como si hubiésemos tenido la ocurrencia de escribirlos. Las dedicatorias eran del tipo “siento que vayas a leer algo que nunca podrás escribir” o “la princesa monarca no siempre vuela a gusto de todos pero esta maravilla sólo ha podida ser escrita por el abajo firmante”. Él tiene un piano en casa pero no sabe tocarlo, a pesar de que presume de componer sonatas algunas tardes aburridas de domingo. Hoy, como tantas otras noches, me desperté en el salón de su casa, sin saber muy bien donde estaba. Siempre que me pasaba eso, le dejaba una incógnita literaria escrita en su mesilla de noche (“¿empezarías de forma cómica un relato dramático?”). Bueno, él yacía allí, algo le habría pasado. No llamé a nadie. Tampoco hubo notas de incógnitas literarias, ¡yo no lo había matado y no quería que lo pareciera! Dos días más tarde ya todos se enteraron, metáfora de la risa, como el viento en la cara.

2 comentarios:

Salva dijo...

Maravilloso =)

Salva dijo...

No he podido ir todavía, ojalá...!

Te recomiendo el disco que han sacado con El País, vale 10 euros y es cojonudo.