Cuando la margarita decía no
las sociedades se partían de risa:
mirando y mirando tan ciegos se arenaban en la playa de la esperanza.
La motocicleta se hacía escuchar,
traía flores y regalos para los kilómetros;
juntos derraparon por la muralla china de la honestidad.
De catorce montañas que escalé me quedo con la penúltima,
la escarcha no se me quita:
justo ahora atisbo vivir en un frigorífico.
1 comentario:
¿Alejandro Saaaanz?
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