martes, 28 de febrero de 2012

El largo suspiro de una mariposa que quería ser gaviota

Con el encanto de los días cortos y nublados llegamos juntos a la estación Boulevar.
Disparos a bocajarro, sin ánimo de ofender, ni de matar. Las calles sedientas de risas se veían oscurecer aún cuando todos los habitantes esperaban el día en el que se pusieran de acuerdo para encender las luces. Así fue como finalmente llegaron los forajidos de la tierra moderna y, a sabiendas de la debilidad imperante, abarcaron sin corazón y con mucha espada a todos aquellos que esperaban un futuro mejor. Y tal cual, como casi siempre pasa, el futuro les pegó bien fuerte en la frente del presente y todos se fueron a mejor vida. La ciudad se encendió por el desazón de "los del todos a uno" y todo terminó por empezar de nuevo, como cuando la historia se repite, como cuando quien no lucha no mama. Repeticiones y luchas, un no saber conocer al pasado, un querer repetir el futuro, un sin vivir constante, llenos de pesadumbres y de principios y finales, y todos tan idiotas creyéndose diferentes.



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