viernes, 14 de junio de 2013

Perdóname que sea ahora cuando me pare a pensar en ti,
que te fuiste sin avisar durante un otoño de esos de fiestas de guardar.
Cuando no quisiste abrir más los ojos yo estaba de aquí para allá,
y me doy cuenta de todo eso ahora, cuando los pájaros ya migraron bien lejos.
Como somos hierro, pirita y cuarzo nos dedicamos a recordar en bacanales,
brindamos rompiendo vasos hacia el cielo,
de esos que se destrozan al chocar contra nubes blancas.
Nuestra imagen, que como toda imagen es mental,
se hace clara y se difumina, no a partes iguales,
pues el tiempo es severo y tirano,
es sincero y malvado,
meticuloso con la sonrisa de la mentira,
o con los quiebros del viento de la Gran Manzana.

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