Fuego viví:
los días se quemaban y yo ardía aún más.
Te recordaba siempre que pensaba,
y a veces pensaba que no te podría olvidar.
Te pedí jugar a repetir el juego,
fue todo muy salvaje y ahora ya (…)
La pasión: mi verdugo y eso que a veces madrugo,
Dios no me ayuda y yo no te escucho.
El viento volvió el siguiente septiembre:
el frío de la mañana ya era de todo el día,
las luces cegaban y yo siempre tan sólo,
acompañado.
¡Volver a nacer!
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