jueves, 18 de octubre de 2007

Sumidero viario

No podemos predecir lo que pasará dentro de medio segundo, en cambio, si podemos llevar un rumbo, un rumbo más o menos deseado, que nos haga sentirnos vivos porque estemos desarrollando algo nuestro, personal e intransferible.




No quiero transferir mi vida a la vecina de la esquina, esa que me vigila cada mañana con el espejo desde la ventana, no quiero que dejen de ser personal mis pequeñas cosas, personales incluso a veces para mí. En cambio, no quiero cerrar esa puerta que de vez en cuando se abre, a veces vendrán en llamarla locura, otras en cambio una fina cordura...Esa que me hace contarle a través de una fina redacción mis últimas subidas y bajadas al poeta de la esquina, al mendigo de la estación...




No me subo a un tren sin billete pero tampoco los consigo en ventanilla. Quizás, solamente, me subo a uno y el revisor me acepta, y me deja pagar en pleno viaje...valoro si estoy cómodo...y entonces a lo mejor me quedo...e incluso al final sea el mejor tren en el que jamás haya viajado. Siempre con riesgo a descarrilar. Siempre con riesgo a que la inercia me lleve a dónde quería llegar.

1 comentario:

aaaaaa dijo...

las vias del tren o el renfe, la gran o el sarmiento, todas valen, y el talgo, con poco que envidiar a otros, tiene su parte especial.
que psicodelico-bizarro puede ser un tren, que viaje!
un saludo desde la ciudad de la pelota.
hernan.