lunes, 24 de marzo de 2008

LLPDL

LA LENGUA POP DEL LUGAR
La lengua popular, Andrés Calamaro (2007)


La lengua no se merecía que le tiraran demasiado pronto. Pedía a gritos una escucha reposada de sus palabras, un sillón y unos buenos cascos, a un oyente pausado y paciente.

Sus versos, su tinta y saliva gastada, eran una sola voz pero no un sólo canto. Su fluidez y su armonía le llevaron a recordar a los viejos amigos, a los caídos en pasadas batallas; no como pena de aguardiente, sino con fuerza y rotundidad.

No encontrar a su(s) musa(s) no era símbolo de pérdida ni de abandono, sólo de un tiempo alejado y de un retorno en cada esquina. Su musa le hace cantar, pero también callar esperando encontrar el momento oportuno. La lengua a veces no recuerda como hablar, olvida de forma selectiva…y coge fuerza para el nuevo canto.

Se enamora y pide 5 minutos más, tiene ritmo y a ella se lo demuestra no yéndose del compás. Le puede la rumba y el mambo, la cumbia y el rock´n roll, multimusicalidad que le da empuje para su aire chulesco y su “saliveo” sensual, para decirle todo a la cara, o al oído.

La lengua no es abstemia ni abusa del líquido en cuestión. Se maquilla con Gin Tonic y se hace fuerte frente al agua de mar, sus espumas son cosquillas en sus adentros. No es fácil saber transmitir. Resulta más sencillo sentir a secas, ser actor de tus adentros y dejarlos fluir. La lengua es fugaz pero piensa en lo que dice, no puede parar de hablar pero encuentra el momento de la pausa…y cuando se decide a hablar lo hace con hermosura, con clase y con conocimiento de su propio ser (y de su acuoso entorno).

Se para en mitad de la acera, en esos días lluviosos donde ver llover mirando al río deprimiría a cualquiera. Ella no llora, o si lo hace lo expresa en bellas melodías. Habla de cada una de sus (tus) cosas, pero también se molesta en resumir lo que río abajo sucede, no escupe en las aguas porque sabe que la suciedad terminará llegando a cualquier lugar, allí donde no es posible filtrar.

Las mañanas son difíciles incluso para esta lengua, no le importa en demasía lo que buenamente pueda escuchar, sus músculos le hacen sexy, más o menos engordada por el orgullo y el miedo del momento concreto, sabe bien que la envidia y otros vicios nunca le podrán contaminar como esas mismas voces desearían.

Finalmente, aunque sólo a veces, la lengua decide hacerse bífida y jugar un bis a bis con la mitad del amor, hacerle un trueque que le permita seguir adelante, seguir con sus musas y sus buenos aires, con sus medidas urgentes, seguir cantándole a los pedazos de vida que le restan por vivir. Lo hace, como buena lengua que se tercie, con su corazoncito, con su trocito que late a ritmo del barco que no terminó por hundirse en cada esquina, y que no se hundirá jamás.

[La lengua se tomó su tiempo para madurar]

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