jueves, 17 de marzo de 2011

"en el baño los drogados encerrados y en la mesa los de barba se confiesan porque están de la cabeza"


A veces, a algunos, les llega el momento de empezar a darse cuenta de las cosas. Llega un instante en el que se analiza muy rápido todo y se tiene uno que parar a no decirlo todo, ni lo suyo ni lo de los demás. Cuando no impresionan las ligerezas, ni las calmas, ni las minifaldas, ni todo lo contrario. Muchas que dicen hacer montañas para luego subirlas y pocas se percatan de que algunos nos damos cuenta de qué va el juego. Mejor no dar palmas por bulerías si sólo entendimos el 1, 2, 3, 1, 2. No hay que contaminarlo todo con silencios y, de vez en cuando, podemos permitirnos acercanos a sin sentidos y promulgar frases cotidianas ajenas a altas conexiones. Renegarnos a no ser entendidos es la mejor opción, por feliz y por real. Pasar sin pena ni gloria puede resultar duro pero la impotencia es un sentimiento duro y torturador que no todos estamos dispuestos a soportar, aunque, como siempre, habrá unos cuantos que se molesten por el qué dirán, por las sonrisas volátiles y por las minifaldas.

me dijiste que por mí no ibas a cambiar.

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