El prisionero despedazaba con rabia los segundos en la esquina de su celda,
mientras el cielo afuera era azul,
mientras los pajaros cantaban canciones de amor.
Cuando las puertas se empiezan a cerrar, a la espera del día que tuviera por llegar,
se sienta y cuenta las horas, a base de unir pedacitos, a base de puzzles.
Y nosotros, divididos en dos,
jugamos a mirarnos en la ventana del espacio;
mientras nadamos por la locura del momento; y nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario