martes, 9 de abril de 2013

Pocos perdones de ladrones nos quedaron para después de la hora del ayer,
que se perdía con la mirada de un perro que no puede terminar por comer:
para correr hay que empezar a andar.
Y como la noche es oscura pero brillante nos perdimos por cruces de caminos olvidados,
nuestro odio de la mano de la dura realidad
que cuando se ablanda parece porcelana fina.

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