domingo, 20 de diciembre de 2009

Sui géneris

Nos hemos destapado durante toda la noche,
justo hasta el momento de percatarnos
que habíamos infringido las sincronías del día y ya era ayer.



El concepto sui géneris es, tal cual, propio en su especie o en su género, tal y como dice la acepción del término. De esta manera, manejando este concepto intrínseco; junto con la llamada teoría evolutiva, podemos terminar en cualquier punto del pensamiento. Pero hoy no vamos a pensar demasiado, si acaso cuesta sentir frente a la desilución, casi nadie sabe lo que es la depresión, nadie puede afrontarla, si es que realmente estamos hablando de sui géneris. Muchas veces llegamos a ella a partir de estados de ánimos eufóricos, bien por insinuaciones de aportes externos, bien por motivos generales de la vida contemporánea. El caso es que, finalmente, si no se sabe dominar la liberación hormonal podemos andar sumidos en representaciones sigmoideas que suben y bajan y que terminan por quedarse muy abajo. Tal vez eso también sea evolución: maldita evolución.




Supongo que C. Darwin no estaría en desacuerdo al escuchar que afirmamos que podemos cambiar el destino, es decir, la evolución (a escala global). Determinamos nuestros pasos y sería muy injusto luego ir a pedirle cuentas a cualquiera con barba y bata blanca. No quiero dejar de sonreir ante mis fracasos personales, aunque no sean más que la consecuencia de una suma de malas decisiones. Será que a veces pienso, dentro de todo lo malo, que las cosas pueden llegar a terminar de salir bien, aquí o donde sea.

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