martes, 12 de enero de 2010

No son hermanas la nube y la niebla

Cabe la posibilidad de que haya sonrisas gratuitas en gestos desproporcionados de voluntad y de amitades; de sensaciones perdidas entre tanta nube y tanta niebla del clásico arroyo que la transporta encima suya. Se me antoja sorprenderme en medio de un acto previsible, yo se que siempre vamos a contratiempos pero las caracolas también parecen plantear el dilema del huevo y la gallina con su caparazón: carpichoso el carbonato cálcico, el sílice y las hélices que giran de derecha a izquierda y de nuevo a izquierda. La forma más sencilla es la de ser complejos y siniestros, es por eso que visto de negro y naranja, que tú me regalas pulseras de cuero, pinchos y flores, que parpadean los semáforos cuando se apagan y se ponen verdes. Tampoco sorprende jugar a escondites con luz en tiempos en los que parece que el miedo tiene nombres bursátiles y la felicidad se resume en quince o veinte papeles verdes con una numeración de dudosa comprensión.






No hay comentarios: