martes, 25 de octubre de 2011

El puerto era una gota,
menuda gota.
Tu tambaleo era una danza árabe,
derribando dictadores.

La risa un pasajero de segunda,
de los que saben viajar.
Las cosas eran puzzles de fresa y membrillo,
mi apetito.

Y soñando van las ardillas de la reina,
miran indeferentes a los turistas reales.
Y cantando va el profeta,
de la metafísica a estrella de rock.

De tantas vueltas que dimos,
la mente redonda;
justicia perdida en partidos mal arbitrados,
el fuera de juego era evidente(*).

(*) A.C.








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