viernes, 11 de mayo de 2012

Desde luego que podría darte siete millones de veces las gracias. Ni esto es un diario personal ni tu lo acabarás leyendo, pero cada diez frases puedes intuirlo y con eso me basta. El muro se me cayó pero tu me hiciste que confiara en el brillo; lo había perdido pero sin embargo no había dejado de ser estrella; algo vaga de cielo en cielo, pero estrella. Y aún sin ese brillo espero estar aportando reciprocidad, porque no podría ser de otra manera. Me hiciste creer en las 24 horas, en los viajes improvisados y en que se puede ser de cristal sin romperse, en terminar por definir las cosas claras, las claras y obvias. Mañana cabalgaremos de nuevo juntos, del lado de la amistad verdadera, viviendo durmiendo, sin dormir o siempre acostados.






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