Desde luego que podría darte siete millones de veces las gracias. Ni esto es un diario personal ni tu lo acabarás leyendo, pero cada diez frases puedes intuirlo y con eso me basta. El muro se me cayó pero tu me hiciste que confiara en el brillo; lo había perdido pero sin embargo no había dejado de ser estrella; algo vaga de cielo en cielo, pero estrella. Y aún sin ese brillo espero estar aportando reciprocidad, porque no podría ser de otra manera. Me hiciste creer en las 24 horas, en los viajes improvisados y en que se puede ser de cristal sin romperse, en terminar por definir las cosas claras, las claras y obvias. Mañana cabalgaremos de nuevo juntos, del lado de la amistad verdadera, viviendo durmiendo, sin dormir o siempre acostados.
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