lunes, 20 de agosto de 2007

Un Maradona de la calle

Ayer era fiesta en Sevilla. Quieras o no ésta ciudad es muy argentina, muy sudamericana, y el fútbol se vive como en esos lares. Atendiendo a ciertas responsabilidades preferí no salir y quedarme en casa, tranquilo y pausado. No pudo ser así. La llamada de un buen amigo me sacó del nido y sin quererlo ni comerlo nos vimos en apenas media hora en el centro de la ciudad.

Antes, una parada rutinaria para repostar energías. Justo cuando dábamos marcha atrás para salir de aquel aparcamiento y terminar de llegar al destino nos tuvimos que detener por la presencia de un joven, un joven de la calle pero a la vez del barrio. Nos pidió un cigarro, se lo dimos. A partir de ahí sólo surgieron palabras de su boca, palabras reales a nuestro entender.




No quería más que andar y pasear esa noche. El médico le había pronosticado 3 meses de vida. Le intenté animar diciéndole que quizás fueran 30 años pero la verdad es que no tuvo demasiado efecto esa frase. Nos dijo que se moría, sin solución se moría y que ya lo tenía pensado todo. Viviría una vida normal hasta que notara que la cosa cambiaba y que se vislumbraba un desafortunado final. Entonces, diría adiós a familia y allegados y alquilaría un "after" con su hermano sólo para ellos dos y sus amigos, cinco (o quizás diez) días de fiesta, de fiesta bruta y desenfadada.




Allí moriría, moriría riéndo y terminando la vida por todo lo alto (en las alturas). Y cuando muriera en una esquina de ese sitio sólo quería que le dejaran allí solito como si estuviera dormido. Que le dejaran y al cabo de unos minutos alguien llamara a la ambulancia. Que la ambulancia se lo llevara y que nadie dijera que lo conocía. Que la fiesta terminara en su máximo apogeo cuando realmente debiera hacerlo, y que tuviera un "entierro a lo americano"recordando lo bueno (y algo de lo malo), pero con la sonrisa en la cara.




Ah! Y a poder ser...un ataúd con sustancias y con radiotransmisor...por si aquello no era como decían y aporreaba la madera sin exito de que nadie le escuchara.






Aguante.




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