miércoles, 8 de agosto de 2007

Hoy tengo que hacerlo bien...

Nada parece haber ocurrido hasta que no se ve, todo parece ser mentira mientras no nos hagan darnos cuenta de lo contrario. Los queman (aban??), los humillan (aban??), los desprecian (aban


??)...y todo se vuelve nada en un solo segundo. Tener 7 o 70 años es lo mismo cuando toca recoger los bártulos...Es fácil visitar uno de esos concentrations camps, es fácil hacerlo a la vez que, quien sabe, disfrutas de un magnifico helado macdonialo, o piensas en ese nuevo estreno cinematográfico, y no hay culpas ni acusaciones de por medio. Pero ocurrió.








Dejando a un lado la exaltación de lo que todos o ninguno conocemos, solo querría mencionar una historia, de la que no considero importante su nombre, tal vez tampoco lo es su apellido. Músico, músico de los de antes, de los de leer y tocar, de esos niños que nacieron para vivir y terminaron viviendo para tocar. Toda una vida dedicada a la música, y en medio, bombas. No solo bombas, pandillas de degenerados, de desobediencia a su tal vez alto coeficiente intelectual, nacidos para matar. Si, para matar, tal vez para matar para poder comer.




En medio de esa extraña vida, de música y sangre, sale de la nada una persona que señala con el dedo, señala y afirma saber sus inquietudes religiosas. De ahí a lo demás. 3.000 nuevos amigos con los que trabajara 15 horas al día, con los que tendrá que "vivir" todo y mas de lo que nos imaginamos que sufrió. Pero el es especial, el sabe entretener al oido. Esa noche, para "celebrar" su ingreso toco. Toco como nunca, porque dos notas erróneas podían tener un camino bien distinto al de salir por la puerta grande...Esa fue la bienvenida...El comienzo de dos años haciendo lo mismo, noche tras noche...sobreviviendo.


Una noche recibió una llamada: sus 5 hijas y su mujer, que estaban en otro de estos campos habían ido directos a la zona Z. Esta vez, la robustez del músico no aguanto con la torre y nuestro compañero se hundió durante horas. Cuando llego el momento de tocar en ese día gris el joven (pero amargo ya) soldado le pregunto el por que de su lamentable estado. Tras la explicación de lo sucedido la leve mueca del chaval, sin un claro sentido, precedió a una sincera sentencia:





"No se por que te preocupas cuando tu seguirás el mismo camino"


1 comentario:

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