El premio

Una llamada telefónica. Un premio inesperado, sobre todo por el tiempo que había transcurrido desde aquel lejano día en el que decidiste participar en un sorteo, con vagas esperanzas pero con alguna que otra ilusión. Y a partir de ahora...problemas. En ocasiones tener de golpe algo que no posees desemboca en un caos de problemas, por aspirar a más o por no saber entenderlo como un simple regalo que sólo debería crear satisfacción.

Ganar un Mercedes de gama alta es en un primer momento una alegría desmesurada, un no parar de presumir delante de todos, de hacer cientos de llamadas telefónicas para hacérselo saber a todos...y después la realidad. Un seguro que con mucha probabilidad saldrá más de dos más caro la suma de los dos seguros que antes tenías en dos pequeños utilitarios, la necesidad de alquilar un garaje porque...¿se merece esa belleza, esa obra de artesanía, dormir a expensas de lo que el destino le pueda deparar?...Cada golpe, cada rasguño será seguir engrosando arcas ajenas...

Puede que esté haciendo demagogia de esto, y que el problema no sea tal, o el problema se cree en aquellos ambientes en los que se dan conflictos con suma facilidad, sólo puede. Disfrutar de lo que se tiene y aspirar a superarnos no debería estar ligado con la material necesidad que nos adormece a cada momento. La posibilidad de darnos cuenta de un camino marcado por unos pocos hace caer a muchos en un pasotismo, para no darse cuenta de la improductividad de sus actos. Quizás el desarrollo neuronal (entendámonos con éste léxico) requiere de sacrificio, de reflexión y de constancia pero la felicidad es infinitamente superior a la que nos puede reportar algo que podamos comprar (faire l'achat...)...por el simple hecho del trabajo que nos costará conseguir una u otra cosa.

Consumismo-vicio...y mientras todos a refugiarnos en metros cuadrados con temperatura constante de 22 grados...Emisiones-vicio.