lunes, 9 de julio de 2007

Un gesto cualquiera...

Hoy no viene mal extrapolar...Después de un gran fin de semana de carretera y manta, de acoso y derribo para ver a un genio melenudo y a un pequeño rockero rompedor. Me di cuenta que hubo algo que me hizo disfrutar enormemente pero que a la vez creó en mi cabeza un sentimiento "reflexionador"...dejando a un lado lo personal y extrapolando hacia lo general.


Cuando 20.000 personas están ahí por un mismo motivo (o en este caso por un par de ellos) en esas horas de espectáculo tu familia se amplia en cierta manera hasta ese número. En cambio, que un compañero de viaje, un amigo, te eleve a las alturas y te permita estar cara a cara con un artista al que le tienes aprecio y respeto desde que eras un niño te hace sentir una sensación diferente al resto, por unos segundos. La bandera de argentina al viento con Calamaro cantando Te quiero igual es ya de por sí una imagen, estéticamente hablando, grandiosa. Si además, sin esperarlo ni pensarlo te señala en las alturas te hace subir aún más y sentirte en parte como ese fan recompensado (aunque realmente mi admiración por este artista no llega a fan, porque no hay sentimientos fanáticos en mi cabeza), por lo que más bien diré que fue algo bonito, algo que con sólo un leve gesto consigue que una persona recuerde ese momento por toda su vida y le llene de felicidad...sólo por ello.


Por eso mismo quiero extrapolar. Quiero pensar qué esto sólo debe de servir para utilizar su moraleja. Somos miles de millones los que debemos de convivir a diario...pero nunca supimos. Reduciendo la escala somos algunos cientos de miles los que nos cruzamos cada día, cada mes...a cada momento. Madrid es el ejemplo español de la indiferencia, las prisas y el estrés. Una ciudad llena de caras muertas, de una actividad que nunca parece llegar a ser real. Me paro a pensar y me pregunto cómo cambiaría si nos molestásemos de vez en cuando en alegrar algunos momentos a una persona que nunca más volveremos a ver, tal vez. Son los pequeños gestos, los más inesperados, los que ya parecían no existir los que nos hacen resucitar, los que con muy alta probabilidad nos hagan volver ese día feliz a casa.


No se puede esperar lo que nunca ocurrió, pero si a una sola persona al leer esto le hiciera meditar un poco sobre ciertos comportamientos, sobre su actitud ante las cosas...ya tendría sentido el texto, una pieza más encajaría en el puzzle.




Ghosts Gas stations

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